El saxo de la orquesta de Porfi Jiménez que se escucha en las calles de Barranquilla
Félix Polanco quedó sin empleo por la crisis en Venezuela, y llegó a la ciudad a sobrevivir y a soñar con que su hijo menor se convierta en pelotero Grandes Ligas.
Para quienes en las mañanas transitan en sus vehículos por la carrera 52 y se detienen a atender la luz roja del semáforo de la 84; las notas románticas de un saxo inesperado llenan el ambiente y captan con facilidad la atención de conductores y transeúntes del sector.
Una reacción inmediata puede ser la de disfrutar aquel imprevisto rato de melodía, o también despertar la fibra más íntima de la solidaridad.
Y es que Félix Ramón Polanco Acosta, el ejecutor de aquel saxo, debe aprovechar rápidamente los 30 segundos de la señal de tránsito, o más, para salir al pavimento con su instrumento terciado en el pecho, y en medio de los vehículos sacar sus notas cargadas de romanticismo.
Luego a esperar con paciencia la contribución espontánea de los conductores que quieran extenderle un billete o una moneda cualquiera.
Dinero que le sirve a Félix para paliar su necesidad diaria de artista desempleado y desarraigado de su patria Venezuela, de la que tuvo que salir acosado por la crisis social y económica que padece ese país.
A pesar de las circunstancias del momento y vivir de la generosidad de la gente, Polanco Acosta manifiesta que no es un saxofonista cualquiera, que es un músico de escuela, de larga trayectoria orquestal que hizo parte nada menos que de la agrupación del maestro Porfi Jiménez, un dominicano que hizo su carrera artística en Venezuela, y es ampliamente conocido en Colombia y el resto del continente como una de las grandes figuras de la música tropical y romántica.
“Con Porfi Jiménez pasé muchos años de mi vida artística, haciendo giras y cumpliendo compromisos en Venezuela y otros países, lástima su muerte”, rememora Polanco con algo de nostalgia.
“Lo que más recuerdo del maestro Porfi, además de su innato talento como músico, director, compositor, trompetista y productor musical, es su inmensa calidad humana. Un hombre que sabía valorar y reconocer el trabajo de cada uno de los miembros de la orquesta”, señala también.
Polanco menciona en la charla con Zona Cero que hizo parte igualmente de la orquesta Vibraciones, y de las orquestas del Ejército y la Marina venezolana.
“Tengo mi pensión como artista en las dos instituciones, pero con esta crisis eso se hizo nada”, se lamenta.
“Yo soy un músico de academia, que sabe leer partituras, interpreto también flauta transversa para orquesta, y cuerdas de música llanera”, subraya este hombre de figura menuda, piel morena y trato afable.
Siete años en Colombia
De 67 años, nacido en Coro, estado de Falcón; Polanco Acosta completa siete años de permanencia en Colombia.
"En el 2015 tomé la decisión de abandonar Venezuela y venirme a su país, cuando de la noche a la mañana los músicos nos quedamos con los instrumentos en silencio, sin nada que hacer. Se acabaron las presentaciones, se terminó la vida nocturna, se esfumaron los contratos”.
A Colombia llegó por Bucaramanga, donde inició la aventura de aprender a sobrevivir con la ayuda de su saxofón callejero.
“Para mí fue muy duro lanzarme a la calle, a los semáforos, a los parques, a ofrecer mi arte para subsistir; siendo yo un músico profesional, de orquesta y tarima”, añade con palabras sentidas, pero llenas de templanza ante la adversidad.
En la capital santandereana lo acompañaba su hijo mayor, Jesús Alberto Polanco Díaz, de 40 años, quien aprendió a tocar el saxo durante la pandemia, para también poder salir a la calle a rebuscarse con el instrumento.
“Ya no toca, pues trabaja hace dos años en un restaurante, es el encargado de la preparación de las pizzas y hamburguesas”, comenta con su inconfundible acento venezolano.
La llegada a Barranquilla
A la capital del Atlántico Félix Polanco ancló por algo muy distinto a la música y su saxofón alto, como es el nombre técnico o musical del instrumento que interpreta.
“Resulta que mi hijo menor de 16 años, que también se llama Félix, se perfila como un excelente beisbolista, así que buscando en internet supe que Barranquilla era una buena plaza para desarrollar este deporte con miras a llegar a las Grandes Ligas. Contacté a las personas indicadas y me vine con él para acá”, narra sobre el motivo que lo trajo a la ciudad.
Aquí se afincó en el sector más conveniente para sus planes deportivos, Montecristo, una barriada que palpita pelota caliente las 24 horas .
Aquí Félix Jr., de 16 años, juega como cátcher, y está más cerca de la mira de los cazatalentos de la Gran Carpa, que llegan con frecuencia a ver prospectos al estadio ‘Edgar Rentería’.
“Este es un barrio muy beisbolero, muy alegre, de vecinos que nos han apoyado todo el tiempo, personas muy fraternas, solidarias, donde tengo ya muchos amigos”, dice el venezolano sobre el trato que ha recibido de la gente en Montecristo.
“Estamos en Barranquilla hace un año seis meses, vivimos pensionados en casa de una señora muy querida con nosotros”, agrega.
Mientras Félix Jr. se fundamenta como beisbolista, Polanco Ramos sigue sacándoles notas a su saxo alto, pues ese es su único medio de subsistencia.
“Salgo a las 7 de la mañana, y no solo permanezco aquí en la 52 con 84, también voy a la calle 82 con 52, 82 con 53, 85 con 51B, 85 con 53, 76 con 52, 76 con 57, en fin, me cambio mucho de acuerdo con el flujo de vehículos", dice Félix, quien en más de una vez le ha tocado abandonar su jornada musical y echar correr para guarecerse de la lluvia que por esto días azota a Barranquilla.
Fiestas y ocasiones especiales
Pero no solo la calle es el escenario para este saxofonista venezolano, manifiesta que los fines de semana lo contratan para acompañamiento de los comensales de algunos restaurantes de la ciudad.
También ameniza celebraciones de cumpleaños, matrimonios, bautizos, grados, y las infaltables y tradicionales serenatas.
“El Día del amor y la amistad resultó una fecha muy agitada con compromisos en restaurantes y residencias. Me fue muy bien, hubo contratos y buenas propinas, gracias a Dios”.
Para estas ocasiones especiales puede lucir trajes adecuados de acuerdo con el momento, negros o blancos, o como lo solicite el cliente.
Cuenta además con un equipo que amplifica su actuación con conexión Bluetooth y pistas musicales que ayudan a la presentación.
La programación musical
En la ejecución del instrumento Félix tiene seleccionados los temas de acuerdo con las circunstancias, por ejemplo, en las mañanas durante su permanencia en las calles escoge alabanzas, boleros y baladas, mucha música romántica.
“La música tropical la dejo para las tardes o en horas nocturnas, que hay gente animada con ganas de escuchar algo movido”, explica.
No obstante que reconoce el trato cariñoso y el respaldo que ha recibido de la gente en las calles de Barranquilla, el deseo de Félix Ramón Polanco Acosta, como todo inmigrante, es el de regresar a Venezuela donde lo espera su esposa Jackelin Díaz, y José Alejandro, su otro hijo, de 20 años.
“Tal vez no sea pronto, pero mi anhelo es que las cosas se arreglen en mi país, para que todos volvamos a estar reunidos otra vez”, dice mientras se acomoda el saxo en el pecho y sale al pavimento a interpretar ‘Sin ti’, el famoso bolero del Trío Los Panchos.
El semáforo está de nuevo en rojo y no hay tiempo que perder, una vez más amenaza lluvia, el peor enemigo de Félix.
(*) Si desea los servicios de este artista puede llamarlo al teléfono 316 8471419.